miércoles, octubre 26, 2011

Alianzas M-Ateas

He recibido una declaración de guerra en forma de un vacío plasmado en papel. Una confesión autotranscrita de una víctima de atrocidades. Un relato criogenizante. Una carta sin remitente, sin destinatario... lanzada al abismo del observador omnipresente.

Me ha llegado, a media noche, el susurro sin aliento de un grito desgarrado procedente del desierto.
Y hablaba de dolor y traición. De falsas esperanzas. De desencuentro y agonía. De profunda decepción.

Una gota de pasión anciana con voz adolescente.

En mitad de un campo inerte, pero sembrado de mediocridad, luce dorada una llama etérea y saltarina. Un rizo improvisado de la pauta común que se inscribe entre barrotes de hierro granate.
Encerrada, la prisionera,  escala, rasca y decora los muros de su encierro.
Sufre ciclos violentos de sensibilidad secantes. Torrentes de cegadora iluminación que en la misma dosis serían letales para cualquier sujeto.
Agrieta y estalla los continentes de su palabra por medio de explosiones verbales que mantiene a raya entre sus dedos.

El secreto de su mirada se asoma entre las líneas que dibujan, al leerse, sus palabras sencillas.
El tono despreocupado de su inocente lengua se vuelve ácido y corrosivo cuando las llagas de su alma desprenden el flujo de humo, con sabor a dolor e impaciencia, que suele respirar.

Sus mascotas están retratadas en fotos...
...sus principes están purpúreos de no respirar.

Su ventana enmarca millones de gotas de agua que anuncian un llanto celestial.

Pero ella sigue poniendo la cara.
Ella no cree que se deba retirar.

Ella tiene sus armas. Y cuando sea necesario será la primera en disparar.

1 comentario:

Alía;; dijo...

Así que he vuelto a leerlo.
Y sigo preguntándome cómo ves todo eso.

Precioso gorro.

Estoy muy interesada por cómo la barra de incienso ha sobrevivido a tus desastres.
Lo ha hecho.