¿De qué sirve hincar mi cadera entre tus piernas con pasión...
intentando que cada segundo sea inolvidable...
si cada vez que introduzco mis secretos en tus rincones prohibidos
sólo sirve de compasión?
¿Cuántas veces has enhebrado mis ojos entre tus cejas
sin pensar en qué podrías conseguir?
Piensa que cada vez que me miras a los ojos es el juicio final.
¿De qué sirve explicarte millones de veces cuál es mi modus...
intentando penetrar profunda en mi mente
si cada vez que consigues llegar al fondo de mi ser podrido
sólo encuentras cenizas?
¿Cuántas veces has tenido que dar marcha atrás
para volver a encontrar el camino de vuelta a casa?
Piensa que cada vez que me pongo a charlotear no hay nada que escuchar.
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