martes, febrero 21, 2012



"Yo no llamo a la guerra. Llamo a tu puerta para avisarte de que ya ha estallado."


Asúmelo, tú que estás ahí sentado y permaneces ahora sentado, leyendo estas líneas. Sabes que algo está ocurriendo ahí fuera. Más allá de tu celda de cristal hay gente que grita que sufre y que lucha por ti.
Tú que tanto adulas a los héroes a los que te gustaría parecerte. A esas figuras justas y fuertes que actúan impulsados por la indignación y el sufrimiento.
Tú que cuando hablas crees que tienes la razón porque tú eres una de las razones.
Tú que experimentas cada día la rabia y el rencor viendo a tu alrededor la injusticia y la falta de humanidad.
Tú que sueñas con un mundo más justo.
La guerra ya ha comenzado.

"Nos hemos reunido, como personas civilizadas, para dialogar y hacer llegar nuestras voces a las altas esferas de cemento y piedra. Y se han reído de nosotros. Han enviado a sus perros hambrientos de sangre para dispersar y disipar los sueños que estábamos haciendo realidad."


Asúmelo, tú que miras atónito el rectángulo de tu televisor cómo relatan, con caras anodinas y sonrisas cínicas, ataques desproporcionados y linchamientos en nombre de la ley.
Tú que cada vez que caminas por la calle y ves un grupo de gente manifestándote un impulso te empuja a unirte a ellos y el miedo te hace quedar aparte.
Tú que miras al pasado y sientes que vuelve a estar cerca.
Tú que temes que, si no haces algo, algo peor podría ocurrir mañana.
Tú que sueñas con un mundo más justo.
La guerra ya ha comenzado.

"En las calles presenciamos cómo los grupos de gente parecen haber perdido el miedo... porque era una de las pocas cosas que les quedaba por perder."


Asúmelo, tú que te sientes atado de pies y manos.
Tú que escupes sobre la oratoria, la retórica y el lenguaje hipócrita y eufemista de los gobernantes.
Tú que ansías que las calles de tu barrio sean ríos de gente harta y enfadada.
Tú que buscas una razón para levantarte.
Tú que te sientes solo, pero sabes que no lo estás.
La guerra ya ha comenzado.

"¿Quién ha soltado los perros que van a por mí, padre?
Y ahora somos enemigos.
 He olvidado por qué no se puede vivir como antes.
¿Cuándo has dejado de oír lo que dicen de ti, padre?
Y ya no escuchas lo que digo.
Y ya no temo tus castigos
Pon en mis manos tu testigo.
Y ya no somos unos niños.
Y ya no temo tus castigos.
 ...Ya no tememos tus castigos..."

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