lunes, septiembre 12, 2011
El Espejo.
Hablar de huir no se tolera a estas alturas.
Es sólo un paso en falso,
un hueco en mi armadura.
Caer de bruces contra el muro de las dudas
es natural, es lo normal...
aunque sea una tortura.
Es aceptable tener miedo
a este arsenal de truenos.
Pues la tormenta sigue hambrienta
y hace temblar el suelo.
Hasta que todo acabe
y se acalle el estruendo.
Tira del ancla que te aferra
a este infierno perfecto.
Ya no se aceptan parrafadas que hablen de amargura.
Empiezo a estar cansado de hacerme el cara dura.
No pude soportarlo, me agarré con las uñas...
a este mundo imaginario
tras esta cerradura.
Ya no le grito a los espejos,
ya no resulta incierto
ver sobre el marco de cristal
a ese perro sin dueño.
Como ultimo balance,
mirándome hacia dentro
soy insignificante...
como una luz del cielo.
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